Trataba el FC Barcelona de
redimirse y volver a la senda del buen fútbol, y volvió a caer en los errores
de los dos últimos partidos, donde lejos de jugar vistoso lo hizo mal, sin
intensidad y falto de la mínima garra susceptible de demandar a cualquier
equipo de fútbol, ya sea de Primera, de Federación, o de Regional. Al igual que
contra la Real Sociedad los defectos se mostraron desde el pitido
inicial, eso sí el Alavés no perdonó como los txuri-urdín, e
inauguraron el marcador a los 18 segundos de juego, y eso que sacaba el Barça
desde el centro del campo de Montjuic. El tanto de Samu Omorodión
dejaba en pañales a la zaga culé y sobre todo a Gundogan, que perdió un
balón de forma indecente en la medular.
Eso parecía grave, pero aún iba a empeorar,
ya que en vez de reaccionar ante la ignominia de encajar un gol antes del
minuto uno, los locales se dejaron zarandear por el conjunto vitoriano, que escenificaba
su ataque con las acometidas de Samu Omoridión, que tuvo un mano a mano con Ter
Stegen que tiró fuera y otro en el que le comió la tostada a Koundé y
la envió al larguero. Gundo estuvo demasiado plano, y Fermín ha bajado el ritmo, así que la medular barcelonista no carburaba. Eso por no hablar de Joao "globo pinchado" Félix. Con este desastre parcial ante un equipo de la parte baja
de la tabla se llegó al descanso.
Tras la reanudación algo les diría Xavi
en los vestuarios que el equipo salió de otra manera. Seguramente algo
relacionado con la patética imagen que estaban dando ante su propia afición. Se
vio algo más de intensidad y acercamientos al área de Sivera, hasta que
un centro de Koundé lo hizo bueno Lewandowski, con un testarazo cruzado
que supuso la igualada en el electrónico. El empate era insuficiente para los
azulgranas y saltaron al campo más atacantes, Raphinha y Ferrán Torres
probaron fortuna a su manera. El valenciano provocó un penalti clarísimo, que
se encargó de transformar Lewandowski. El doblete del polaco aseguraba los tres
puntos, y una victoria (2-1) muy necesaria para dejar algo de tranquilidad en
el barcelonismo ante un nuevo parón de selecciones.
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