Venció,
pero no convenció, el FC Barcelona
a la Real Sociedad (1-0). Gracias a un penalti señalado por
el VAR en los últimos minutos. Fue una mano en el área visitante que no vio
Munuera Montero y que sirve a los azulgranas para retomar el liderato
de LaLiga que se dejaron hace una semana en el Bernabéu. Fue otro encuentro gris de los culés. Cuando en muchos partidos que disputa el Barça la primera palabra
que se te viene a la mente es “gris” eso implica una mala, pero que muy mala señal.
Gris,
penoso, deplorable, tristón,… y así podríamos seguir hasta el
final del artículo, con palabras desesperantes, como el juego del
Barcelona de Setién. El pseudojuego, mejor dicho. Un fútbol
que aburre a la ovejas y que no da más de sí. Un cúmulo de
despropósitos del que no se salvan más que Messi y Piqué,
una vez más. A veces también Ter Stegen, pero es que contra
el equipo txuri-urdin no tuvo que
intervenir, prácticamente. Este Barça, que pierde identidad cada
encuentro que disputa, ya no impresiona al rival, es frágil y
maleable. Es líder en el campeonato doméstico y probablemente
estará en los cuartos de final de la Champions, pero con esta
paupérrima imagen y ese juego deslavazado apunta a no ganar nada.
Los
donostiarras sin hacer nada fuera de lo normal merecieron más en el
Estadi. Los culés con Braithwaite de inicio no
carburaban, el danés solo ponía ganas, Griezmann, ni eso.
Messi estaba muy solo y De Jong sigue fuera de sitio. Casi
nadie se ofrece y pocos buscan los espacios, ni Rakitic es
Rakitic. El tanto de penalti de Messi en el minuto 80 fue un alivio
momentáneo, pero todo un Barça no puede vivir de eso. Es
insostenible. Como lo fue el jugar los diez últimos minutos con los
dos laterales izquierdos por la misma banda, en un ejercicio
defensivo pocas veces visto en el Camp Nou.
No hay comentarios:
Publicar un comentario