Y
el FC Barcelona otra vez campeón de Europa. Lo volvieron a conseguir las
reinas actuales del fútbol, volvieron a conquistar la Champions League.
Dando una lección de fútbol y de saber estar sobre un campo de fútbol. Derrotando
con autoridad a su particular bestia negra, el Olympique Lyonnais, al
que nunca habían conseguido vencer. Para ser la primera vez, no está nada mal ganarles
en la final de la Copa de Europa, y mejor aún en un espectacular escenario como
es San Mamés, donde se respira ambiente futbolístico a raudales, y con miles de
gargantas apoyando a las azulgranas. Un maravilloso sueño con final feliz.
Con
todo y con ello las francesas salieron con más determinación a por el partido.
Con presión alta de balón y maniatando a las organizadoras culés. Así dispusieron
de la primera ocasión con un tiro al larguero de la portería de Cata Coll.
Guijarro y Graham trataban de revelarse con calidad y empuje para revertir esos
momentos favorables a las gabachas. Giráldez realizó varios movimientos para
redimensionar el encuentro. Pero fue la mejor del mundo, Aitana Bonmatí,
la que inauguró el electrónico, tirando de clase, y golpeando primero con un tiro
cruzado, demostrando una vez más el merecido Balón de Oro. Corría el minuto 63
y la parroquia culé se movía entre la algarabía y el sobresalto, pues la ventaja
era mínima.
El
Barça aguantó como pudo, con garra y corazón, y con tiqui-taca, unos minutos
finales que se convirtieron en interminables para sus fans. La tercera Champions
estaba cerca, y la calma y el éxtasis llegaron cuando Alexia Putellas,
que había salido para participar unos minutos, anotó el tanto definitivo, un
gol que cambiaba la hegemonía del fútbol europeo, pasando del Lyon a manos de
un glorioso FC Barcelona, ya por siempre eterno.