Ni tan siquiera el desvergonzado Gil Manzano pudo con la grandeza del FC Barcelona. El club azulgrana recurrió a la épica para remontar ante Osasuna, un partido que se le había puesto cuesta arriba, con el gol de los locales a los cinco minutos y con la expulsión de Lewandowski a la media hora de juego. El Barça jugó más de una hora un diez contra doce que se saldó a su favor en los minutos postreros, con un pase majestuoso de De Jong y una vaselina de cabeza de Raphinha.
No sabemos si fue el karma, el destino, o qué, el caso es que no le salió la jugada al ínclito Gil Manzano, un personaje miserable, tirando a muy miserable, que lleva toda su carrera procurando perjudicar al Barça -esta noche casi logra su objetivo-. Este colegiado consiguió su execrable misión: culminar su póquer de expulsiones culés, ya tenía en su haber las de Messi, Luis Suárez y Neymar, y quiso añadir la de Lewy a su colección. Todo un patético madridista, al que solo le falta el carnet de socio blanco y un puesto en el organigrama merengue, como ya consiguió su colega Megía Dávila, tras muchas temporadas crucificando al Barcelona. Gil Manzano sigue engordando su currículum antibarcelonista y haciendo méritos para que Florentino lo ponga en nómina cuando finalice su periplo arbitral.
El gol, tras córner mal concedido, con el que se adelantaron los rojillos, no debió subir al marcador, hay un empujón flagrante a Marcos Alonso, que vio todo el mundo, y también lo vio el árbitro del VAR, pero tampoco hizo nada por corregir el error. Al Barça le tocaba remar a contracorriente. Más aún, cuando a los 30 minutos llegó la doble amarilla para Lewandowski. La primera inexistente, la segunda dejó como pipiolo a un polaco de 35 años. Los de Arrasate dominaban el duelo, con tenacidad y con superioridad numérica. Tras el descanso los de Xavi buscaron la igualada, la encontraron fulgurantemente, a los dos minutos, gol de Pedri, tras rechace en el área pequeña. El punto, a tenor de las circunstancias, se daba por bueno, pero hete aquí que un pase sublime de De Jong, desde el círculo central, lo cazó Raphinha, peinando el esférico con la cabeza, para hacer una parábola ante un adelantado Aitor, que solo pudo seguir con la vista la pelota y admirar el golazo. Corría el minuto 85 y los visitantes defendieron la victoria como gato panza arriba. Tres puntos que les dejan como líderes ahora y en Navidad, ya que llega el parón del Mundial. El Barcelona celebró la victoria como se merecía, festejó con los aficionados y celebró en el vestuario. Un triunfo con estas adversidades, de 10 contra 12,... así lo demandaba.