Xavi e
Iniesta levantaron la vigésimo séptima Copa del Rey para el FC Barcelona, y lo hicieron en el Camp Nou, tras derrotar al Athletic Club por 3-1. Tuvo que ser el
número uno del mundo, Leo Messi, el
que rompiera el partido. Una jugada solo al alcance del mejor del planeta,
desbordando a cuatro contrarios y batiendo al meta rival en el minuto 19, fue el
toque de rebato que relanzó al Barça en pos de una victoria que merecía por
trayectoria (9 victorias en 9 partidos coperos) y por estado de forma (120
goles lleva el mejor tridente de la historia, récord histórico).
Ni
tan siquiera un gol legal que anularon a Neymar hizo cambiar el rumbo del
encuentro. El factor Messi una vez más volvió a ser decisivo, ni el marcaje al
hombre que ejerció Balenziaga sobre
el argentino por todo el campo fue óbice para que el diez destapase por enésima
vez el tarro de las esencias. Un golazo, una oda al fútbol, una genialidad del
más grande inauguraba el marcador. Solo la destacable actuación de Herrerín salvaba a los leones de la
goleada. Cuatro paradas suyas evitaron otros tantos goles de los de Luis Enrique. Nada pudo hacer en una
sucesión de paredes vertiginosas tejidas entre Rakitic, Messi y Suárez,
que culminaron con el pase de la muerte para que Neymar marcase a puerta vacía el segundo de la noche.
En
la reanudación el Barça ya no salió tan dominante, lo hizo de modo más
contemplativo. Ya no fue el abrumador sometimiento de la primera parte. Con las
molestias de Iniesta y la salida de Xavi, los azulgranas contemporizaron
más. Los de Valverde respiraban,
pero no llegaban con claridad a la meta de Ter
Stegen. Y en esas llegó el tanto de la sentencia, Messi se desplazó de la
banda al centro, Balenziaga, que lo perseguía como perro de presa, dejó el
hueco en la derecha para que Alves
penetrase y pusiese un centro medido para que el rosarino anotara su doblete
personal y "su" doblete colectivo, para que Canaletas festejase esta
Copa que se jugó y se quedó en el Camp
Nou.