Ni el FC Barcelona de Guardiola,
ni el de Cruyff, ni el de Van Gaal, el récord del mejor arranque
liguero azulgrana es para Tito Vilanova,
con nueve victorias y un empate. La novena llegó ayer, ante el Celta por 3 a 1, en un partido poco
brillante, marcado por el juego desdibujado, por los correcalles del final y
por la ausencia de un gol de Messi
para dedicárselo a su hijo recién nacido.
Los vigueses dieron varios sustos a la
contra en la primera mitad, mostrando la endeblez de una zaga cosida con
alfileres desde las lesiones de Piqué y Puyol. El Camp Nou sufrió ayer la enésima composición defensiva, con Mascherano y Busquets. El de Badía se incorporaba a la medular y muchas veces
dejaba una defensa de tres. Lo que aprovechaban los celtiñas para crear contras
peligrosísimas.
Inauguró el marcador Adriano, que como si de un “10” se
tratase, desde la frontal, abrió el esférico a la derecha para Pedro y se fue a rematar el preciso centro del tinerfeño.
Respondieron rápidamente los de Paco
Herrera, con un contragolpe culminado por Bermejo. Menos tardaron aún los locales en contestar, a los dos
minutos, pared milimétrica entre Iniesta
y Villa, que culminó el Guaje para llevar al Barça con
ventaja al descanso.
La defensa de la segunda parte varió
totalmente, Adriano, lesionado, había dejado su puesto a Alves, y Bartra
salió en el 46 por Cesc, para dejar
una línea de cuatro, más comedida, y con la idea de frenar la velocidad de los
delanteros celestes. Fue otro lateral el que metió el tercero, Alba en otra asociación con Villa, el
que driblaba al portero tras el taconazo del asturiano, y sentenciaba el duelo,
en claro fuera de juego, que no apreció el línea. De ahí al final, el equipo
buscó a Messi para que hiciese ese gol con dedicatoria, pero no pudo ser. El Barça ganó, batió sus mejores registros
en Liga y se quedó solo en el liderato, tras la primera derrota del Atleti.